viernes, 26 de julio de 2013

Henry Rollins - Get in the van: On the Road with Black Flag

Todos los años desde hace unos 14 años, me corto el pelo a la manera de los mohicanos, que a veces creo que es una costumbre muy juvenil pero que al mismo tiempo me recuerda algunas características de mi mismo juvenil que no debería olvidar, y que si bien puede sorprender y hasta resultarle chocante a algunas personas, creo que eso es lo que menos me importa. 


La foto que sostengo debe ser del verano del 2003, ese año no obtuve mi título de filosofía como debía, pero por lo menos sí tenía mi bebida preferida que sostengo en la foto, se llamaba Filósofo, y era un dizque whisky con agua quina no se de qué marca y podía ser nauseabundo y dar unas crudas bien culeras, pero fue un gran descubrimiento. Luego se puso de moda y se volvió muy mainstream entre estudiantes de filosofía en FFyL, la neta. 

La cosa es que, también releo con bastante regularidad, una vez al año si es posible, el libro que sostengo en esta otra foto:
Henry Rollins - Get in the van: On the road with Black Flag

Es un documento interesante y mas o menos importante, pues aunque sean los diarios personales -y seguramente editados- de Henry Rollins cuando estaba con Black Flag, una banda extremadamente under y perseguida por sus posiciones políticas y forma de trabajar: su logo es la bandera negra estilizada del anarquismo, el arte de sus discos y tocadas hechos por Raymond Pettibon y la llamada ética DIY con que operaban como una familia/mafia/pandilla. Pero que en el fondo era un montón de jóvenes expresando su malestar y descontento en una sociedad que aún no consideraba eso como una comodidad, como un producto de lujo para la adolescencia y la prolongación de ésta. 

Lamentablemente hoy día Black Flag, o por lo menos sus playeras, son insignia hipster. 

Lo interesante y lo importante de este libro es como de primera mano HRollins nos cuenta las experiencias que tuvieron girando por todos los Estados Unidos, cómo eran básicamente bien recibidos en las costas del país y que todo lo que quedaba en medio era una especie de prueba de resistencia y de lealtad a la banda y a sus principios. De cómo en los pocos días libres que tenían Rollins podía ver a la gente en la calle y confrontar sus decisiones de vida y trabajo frente a los demás, esos que han escogido el camino llano y bien pavimentado de "lo que hace la mayoría", y de cómo se convence día a día, madriza tras madriza, arresto tras arresto, que al final de cuentas esa es su vida y que la ha escogido a consciencia. 

Es ese tipo de cosas que vale la pena recordar de vez en cuando. 

Es un documento importante porque de los cinco o seis años que Rollins estuvo con Black Flag sólo dos se mantuvo la alineación original: Greg Ginn, Chuck Dukowski, Roberto "Robo" Valverde, e incluso con Dez Cadena que ya no cantaba pero sí como segunda guitarra. Después de salida de Cadena, Dukowski y Robo y la entrada de Kira Roessler como bajista y Bill Stevenson en la batería la banda vive sus dos últimos años mas o menos estables, pero cuando estos dos abandonan la banda dejando a Ginn y Rollins como únicos miembros permanentes de la banda empiezan a funcionar como banda de puerta giratoria: entran y salen músicos y la banda tocaba bien pero no suena como una banda.

El libro se centra básicamente en esos seis años, desde que HRollins conoce a la banda, acepta intempestivamente la invitación intempestiva de que se una a ellos, las primeras giras con la alineación original, las giras con la última alineación estable, y por último las dos o tres giras catastróficas donde se ve (o se lee) como la banda esta cayéndose por todos lados como un viejo automóvil en neutral que baja a toda velocidad y acelerando por una calle mal asfaltada y que sus tripulantes saben que pronto chocarán contra algo más fuerte que ellos mismos. 

También tiene un montón de fotografías muy buenas  de muchos de mis fotógrafos preferidos de la época y de la escena, así como memorabilia que acompañan el texto.

Aprovechando esta metáfora del camino mal pavimentado cabe aclarar de una vez por todas una cosa, que en los 90 haya podido existir una explosión de la música "alternativa" se debe a dos o tres factores que operaron en los 80, sí, esa década tan decadente tenía cosas buenas. Una de ellas era precisamente el trabajo de Black Flag y su disquera la SST, si no me creen chequen su catálogo y verán que en los 80 sacaron montones de discos de bandas que hoy son de culto, este es el lado punk. Por el otro lado esta algo más pop la disquera IRS que tuvo el buen tino de publicar los primeros discos de R.E.M. y básicamente eso pero también en ayudarlos a organizar buenas giras sin necesidad de tanto dinero. En la mitad están los Butthole Surfers y su sello Latino-BurgerVille, que son tan raros y fuera de lugar que ellos tuvieron que formar su disquera para poder sacar sus discos y a ellos debemos parte del artsy-fancy rock. 

Esto entonces se llamaba DIY o Do It Yourself, también conocido como indie porque las bandas hacían todo el trabajo para grabar, promocionar, armar giras, el arte de los discos, todo de manera independiente. O como en el caso de R.E.M. lo hacía una compañía pequeña sin mucho capital. Desarrollaron un circuito de bandas, disqueras, estaciones de radio, lugares para tocar, donde era bienvenida u propuesta musical y donde se reunía la gente que estaba en los márgenes de la sociedad quería algo más que no estaba ni en la radio comercial ni en la MTV. 

Después aparece la disquera Sub Pop que podríamos decir, es la que capitalizó todos estos esfuerzos e hizo productos "alternativos" que podían ser consumibles por masas cada vez mas grandes y que de hecho lo logró cuando vendió el contrato de cierta banda mas o menera a la disquera de David Geffen. La historia completa y con detalles la pueden encontrar en el fantástico libro de Michael Azerrad Our Band Could Be Your Life, también altamente recomendado

Luego, ya en la primera década del siglo XXI les dio por llamar Indie a un movimiento musical guitarrero, sin más y sin mucha propuesta musical ni muy diferente a los estilos mainstream, pop y comerciales que explotaron en esa década. Pero además, una vez que la idea de que el DIY era posible y que podía ser un buen negocio, muchas bandas se fueron por la vía independiente y sacaron sus propios discos e hicieron sus propias giras. No está mal, lamentablemente se volvió una escena indulgente y mas bien mediocre, pues una banda mala que no conseguía contrato con un disquera grande podía sacar su disco y hacer su gira sin mucho problema, algunas de ellas eran muy populares, por cierto. Algunas bandas muy buenas hicieron pocos discos, giraron menos y se disolvieron en la noche de la vida nocturna y "la escena rockera", perdón: indie o que ahora son motivo de adoración hipster.

No crean que sueno a viejo amargado, es que es cierto. El "Indie" de esa época es mas bien pop y ni siquiera es independiente. Y sobre la indulgencia y la facilidad con que una banda mala podía grabar y distribuir sus crímenes contra el buen gusto, y para que no crean que soy parcial o poco objetivo, pues no más basta con mencionar la banda en la que estuve, pero la diferencia es que Mono Capuchino como banda sólo quería compartir sus debrayes e ideas y no volvernos ricos y famosos y rockstars. 

El libro de Rollins finalmente nos recuerda, o: me recuerda que hay que rendirle honores a quienes honores merecen, y que muchas de las posibilidades, estilos y éticas de trabajo tan manoseadas y desvirtuadas hoy día vienen de lejos y gracias a los esfuerzos de un montón de gente que se quedó en el camino, o que siguen trabajando en cosas, menos vistosas pero igualmente importantes como lo han hecho casi todos los ex-Black Flag, sobre todo HRollins. Y me recuerda cual es la parte importante de tocar: que te guste lo que haces.

También pienso que valdría la pena hacer una especie de genealogía y volver a los principios y a las definiciones originales, sin ser dogmáticos, pues en honor a toda esa gente que trabajó durante años para lograr expresarse y poner al alcance de otros su arte y sus ideas justamente combatiendo el deber ser y el dogmatismo y poner las cosas en su justa dimensión, por eso hay que leer y escuchar a estos nuevos clásicos. 

En fin, corto esta reseña porque podría seguirla y creo que he escrito ya lo suficiente.

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