viernes, 27 de diciembre de 2013

Dos reflexiones para cerrar el año de reseñas de lecturas

1.
La Feria Internacional del Libro en Guadalajara se desarrollo hace unas semanas. Y por lo tanto fue el aniversario del episodio bochornoso de Peña Nieto en el que no pudo responder a la pregunta por los tres libros que marcaron su vida. ¿Tres libros? No mames, ¿neta? No poder responder eso es señal de ignorancia, seguramente.  Pero la pregunta tampoco es de altos aires intelectuales, es decir, no para quién la pregunta está dirigida, o no sólo, pues no pudo contestar, sino quién haya formulado la pregunta. Es como esos datos banales y superficiales que ponen en las secciones de fotografías de la prensa del corazón o de las publicaciones semi porno que llenan los puestos de periódicos, del país debo suponer. Ya saben, como en los Simpson, que Homero hojea su Playdude y ve la entrevista con Laura Miriam y dice "Eso no es bueno". Ese tipo de pregunta es la que pregunta por los tres libros que te cambiaron la vida.



Creo que ya dije que parte de lo que a mi me escandalizó fue la reacción moralina y gazmoña, la pretensión de superioridad intelectualoide y moralista de que quienes sí leen son mejores que los que no leen, sean candidatos presidenciales, cargadores de la merced, sexoservidoras, maestros y maestras, políticos, etcétera. Y que lo peor es que muchos de esos paladines de la lectura ni siquiera habían leído sus tres libros anuales, ya saben, el lugar común ese de que los mexicanos leemos sólo 3 libros al año. O podrían citar los mismos libros que Homero Simpson.



No padezco de regañonería crónica ni mucho menos vengo a sermonear o a aleccionar a nadie, nada más lejano de ello, pero lo que sí es cierto es que este año que me fije la tarea de hacer una reseña mensual de lo que leía a veces me preguntaba para qué o para quién, o si no estaría padeciendo del mismo mal que me pareció patético en su momento y yo no más estaba dando cuenta de lo que leía y que al final del año habría leído cuatro veces más que la mayoría de las personas. No lo sé. Es posible, no lo niego. 



2.
Realmente México es un país de malos lectores o más bien es un país no solo sin lectores en masa, más allá de los académicos y profesionales, intelectuales e intelectualoides, sino de pocos lectores y además malos y poco auto críticos. 

Y que muy probablemente pasa esto porque el mexicano promedio tiene necesidades mucho más urgentes e inmediatas que ponerse a leer, porque muchas veces tienen una pésima formación y no hay ni cómo hacerle para que lean y esas imposiciones de las buenas consciencias no necesariamente se vuelven usos o costumbres. Haría falta una campaña seria de alfabetización y de formación cívica para que la gente pueda entonces sí, libremente decidir si lee o no. 

En el fondo de está el mismo problema, o razón -aunque sea una mala razón-, de por qué la gente vende su voto: si no tienes ni que comer y alguien te ofrece una solución inmediata y sencilla, muy lejos de las abstracciones de "leer libera" o "un pueblo educado jamás será manipulado" o que "el voto es libre, universal y secreto", por supuesto que la mayoría que tiene necesidades inmediatas cederá ante las ofertas de "buena fe" o la presión. Y resultan reprochables por los otros, cuando en realidad son inenarrables para la clase media morigerada que blande su dedo flamigero para condenar y rechazar estas condiciones, pero que hace muy poco o nada para solucionar algo, no de fondo, pero si de forma... o de formación. 

Si a mi me preguntan cuales son los tres libros más importantes que leí este año podría dar una pequeña lista o dudar un poco, pero no podría decirlos categóricamente. Si me preguntaran por los tres libros que cambiaron mi vida yo creo que no podría responder de inmediato y seguramente cambiaría mi lista en repetidas ocasiones por el resto de mis días. Así que, a preguntas pendejas, respuestas pendejas, pero eso sí, chingos de pretensión e ínfulas de superioridad porque la ignorancia se asoma todos los días por todos lados, aun en nosotros mismos. 

Pero eso es lo que obtenemos en un examen superficial de un país que se burla de los otros por miedo a verse en ese espejo y que muchas veces esos alardes de superioridad son síntomas de un complejo de inferioridad mas bien triste. En país donde hay quienes piensan que leer Logicomix sustituye el estudio de la filosofía de Russell o de Wittgenstein, un país que no sabe estudiar a sus propios creadores y grandes intelectuales sin que te acusen de "intelectual orgánico", en el que la formación intelectual se reduce a "leer Teleguía, escribir a Teleguía... mmmh ¡Suscribirse a Teleguía!"... en fin, en un país de malos lectores, un monero es novelista.

Esto deberá archivarse en "Soy como el Abuelo Simpson".

viernes, 13 de diciembre de 2013

Jorge Ibargüengoitia - Sálvese quien pueda

Esta última reseña la adelanté por varias razones. 

Una de ella es para honrar a Ibargüengoitia, el pasado 27 de noviembre fue el 30 aniversario de su muerte y por un descuido imperdonable no lo recordamos en Ráfagas de Pensamiento. Vaya, llevamos años queriendo hacer una serie de cápsulas solo de él, y ésta que era la oportunidad perfecta simplemente se nos pasó, lo olvidamos. Lo difícil de hacer esa serie ha sido que tanto EPriani como yo somos fanáticos jurados y se nos ha dificultado escoger sólo 6 u 8 textos para publicar sólo 5 cápsulas de la serie de un mes. Yo creo que cada semestre deberíamos revisar a Ibargüengoitia, pero quizás sería demasiado.

Otra de las razones es que en en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara iban a hacerle un pequeño homenaje en la presentación de éste volumen que reseñaré e iban a estar regalándolo ahí mismo. De hecho es el mismo que estuvieron regalando el Día Nacional del Libro, que fue el 12 de noviembre (en el Natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz). Justo hasta ahora entiendo por qué fue Ibargüengoitia el autor que escogieron este año, que además es el número 33 de la serie de libros regalo del Día Nacional del Libro, si nos ponemos cabalísticos y sacamos la numerología porque además yo empecé a ser su fanS hace unos 20 años, pero no, de eso no se trata.

Y esa es la última razón, la personal. En los próximos días que iré a Manzanillo, a la casa familiar de siempre, con la familia, como cuando éramos niños, adolescentes, jóvenes y ahora de adultos. Ni siquiera es como que vaya a estar allá mucho tiempo y no me de tiempo de subir esta entrada. No, lo hago porque descubrí a Ibargüengoitia en un viaje a Colima, un diciembre (no sé si del 93 o del 94). Mi hermano Alvaro llevaba el libro La casa de usted y otros viajes, recuerdo que me lo prestó "para el camino", pero la verdad es que no lo volví a soltar hasta que lo terminé y luego se lo devolví. 

Recuerdo claramente que pensé que era una genialidad cómo escribía Ibargüengoitia, la desfachatez, el buen humor, los chistes elaborados y los chistes simplones intercalados con reflexiones muy serias y profundas, el rigor periodístico y narrativo que tiene, la inventiva que nunca es exagerada y sin embargo uno sabe que entre todo eso que parece ser cierto y familiar hay un tono fantástico; lo festivo y divertido al mismo tiempo que oscuro y hasta deprimente, mientras te mueres de la risa con lo que es mortalmente serio... En fin, tantas cosas que ahora que lo pienso influenciaron mucho la manera en que yo escribí durante años y que creo que aún lo hago.

Cuando en la secundaria y en preparatoria tuvimos que leer los libros que todos debieron haber leído: Los pasos de López, Los Relámpagos de Agosto y la obra de teatro El atentado y Maten a León. Yo no podía estar mas contento, leer algo que te gusta para la escuela es mil veces mejor que leer algo que detestas y además a huevo. Pero vayamos al asunto. 



Como casi todos los libros de Ibargüengoitia que no son novelas u obras de teatro, o para decirlo en una definición general: una unidad en sí misma, mucho del material recopilado proviene de sus columnas de los jueves en el Excélsior, me parece, por lo tanto pueden sentirse pasadas de moda o con los años encima si hacemos caso sólo a los detalles, pero en general, las ideas rectoras de una u otro comentario son actuales, horriblemente actuales. El problema con que muchos de los libros sean recopilaciones de textos sueltos es que tengo la sensación de que hay algunos artículos repetidos de otros libros, o quizás me confundo pues la primera vez que leí Sálvese quien pueda fue hace muchos años. 

El libro está dividido en tres secciones, cada una reúne ideas o temas similares, en la primera algunas sobre las mujeres y los niños llamada "Las mujeres y los niños primero" estratégicamente puesta al principio del libro. Digámoslo de una vez: si usted arma pedo de género cada vez que lee algún comentario o broma sobre las mujeres, o piensa que el humor que manejamos "los mexicanos" es machista y opresor de las mujeres, esta sección no es para ustedes. 

Los artículos sobre los niños son quizás los más autobiográficos y no me recuerdan tanto a mi infancia, pero por ejemplo, si noto algunas semejanzas entre lo que escribe Ibargüengoitia y cosas que me contaron mis padres de su propia infancia y alguna anécdota de mis abuelos y tíos abuelos en general, hombres y mujeres (no nos vaya a caer un ataque de paladines de la igualdad de género y me niego a escribir esas barbaridades de tod@s y demás mamadas). 

La segunda sección, llamada "Cuidado con los arrecifes" es en realidad una obra de teatro, "La conspiración vendida", que no es mala pero tampoco es lo mejor del teatro de Ibargüengoitia, hay quienes dicen que es el germen de lo que después se volvería Los pasos de López. Y por último, la sección que da nombre al libro tiene algunos artículos más sobre la vida diaria y el trabajo, la ciudad, la historia nacional y sus festejos que es quizás la mas divertida de las tres. 

El prólogo "La risa es sabia" de Alberto Ruy Sánchez  es nuevo y no sólo esta entretenido, sino que pone en perspectiva parte de la personalidad de Ibargüengoitia y de su historia personal que solemos pasar por alto, o al menos algunos de nosotros, al encontrar sus textos como una descripción de los mexicanos, asumimos que es universal, una f para toda x que sea mexicana. Pero no, o no sólo, sino que tiene mucho mas en su obra que también tiene mucho que ver con su historia personal, familiar y sus circunstancias. 

Además, Ruy Sánchez se encarga de recordarnos uno de los aspectos mas dolorosos de que Ibargüengoitia no esté ya entre nosotros: que nos hace falta para ver con buen humor el giro siniestro y ridículo que el país ha tomado en los últimos años y de como pudo haber hecho una contra-celebración oficial del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, y que habría sido infinitamente más inteligente, entretenido y popular que los actos oficiales. Pero ni modo. 

La verdad es que si se pueden hacer de una versión que no sea ésta, háganlo, pues al ser un libro regalo la edición tiene sus problemas: es un formato pequeño y de letra apretada, las hojas están pegadas, no cocidas y pegadas, así que las hojas se sueltan si lo abres completamente, y si no lo haces al cabo de un rato se vuelve cansado leer un libro a medio abrir. Aunque se agradece el gesto de regalar libros, y que es loable e importante, seguramente existen las re-ediciones de la editorial Joaquín Mortiz/Planeta -las normales- son más cómodas y deben ser baratas y fáciles de conseguir. 



Un libro altamente recomendable para terminar un año mas bien medio raro en el que escribí muy poco en el blog, eso me avergüenza y apena un poco pero espero corregir el próximo año, pero que sirvió para sacar dos o tres cosas de filosofía que tenía pendientes y son importantes. Mientras les dejo saludazos y les deseo lo mejor para lo que queda de este año y para el que sigue.