viernes, 7 de octubre de 2016

Murió mi maestro de fotografía, Don Roberto, lo recordaré con cariño. 

Él me enseño a hacer bien las cosas, también a hacer bien cosas mal hechas, y a hacer cosas que uno no debería hacer, y siempre lo hizo con paciencia y cuidado. 

Definitivamente soy mejor fotógrafo de lo que habría sido por mi mismo gracias a su amistad y sus enseñanzas. 

Hasta siempre.

Roberto Contreras Ordáz
1951-2016

martes, 9 de agosto de 2016

No soy booktuber, pero como sí lo fuera, va esta recomendación, reseña, comentario. 

Resulta que re-editaron esta novela que ya había reseñado:

¿Por qué no dijiste todo? de Salvador Castañeda.

Es una buena oportunidad para conseguirla y leerla, aunque tenga una portada espantosa digna de los libros de Carlos Trejo sobre Cañitas, si quitamos eso, sigue quedando un libro fundamental para entender la profundidad de la represión en México desde los 70, la guerra sucia que comienza en el 68 y sigue hasta nuestros días. 

Sin animo de ofender a nadie, lo que ha pasado recientemente en Iguala o Nochistlán son sólo dos muestras más del terrorismo de Estado que hemos experimentado por mas de 40 años, incluso más de 50 o 60, tal vez el México en paz ha sido sólo una ilusión todo este tiempo, la violencia y la brutalidad del crimen organizado no es una particularidad de este tiempo, mucho menos la represión y la violencia del Estado. No necesariamente Iguala o Nochistlán son las peores acciones represivas o las más significativas, pero si han sido las que ha pusieron a la vista de la mayoría que esas cosas pasan, y lamentablemente pasan más veces de las que nos gustaría admitir, de algunas nos enteramos mucho después cuando no hay nada que hacer. 

La anécdota de la novela es brutal y apachurra el corazón, y la sigo recomendando por las mismas razones que la vez pasada: si tienen ganas de saber qué o cómo es el proceso de un arresto después de estar en la clandestinidad y en la guerra de guerrillas, encontrará aquí una descripción fiel de la tortura física y psicológica a la que sometían a los presos políticos, aunque ahora lo siento un poco aligerado, tal vez porque tenemos más información que surge de varias fuentes, y son mucho mas descarnadas y directas que lo que era posible publicar en México en la década de los 80. Pero sobre todo para tener una idea de qué sucede con los prisioneros políticos y que puede iluminar en algo a todos esos pretenciosos luchadores sociales que se quejan de la inmovilidad de otros, pero que me parece muy difícil que realmente estén dispuestos a pasar a la clandestinidad y atreverse a soportar todas las formas y posibilidades del horror y la tortura de la que es capaz el Estado y sus policías, públicas y secretas. 

A todos esos jóvenes que creen que sus luchas organizadas no tienen nada que ver con los movimientos sociales de los 50, 60, 70, 80, simplemente porque ahora hay redes sociales y porque vivimos en un país aparentemente democrático y una sociedad abierta, tienen que reconocer en esos otros movimientos que abrieron la vía para que ahora ellos puedan salir a protestar y manifestarse –y a veces a desplegar su inmensa ignorancia sobre los movimientos sociales que los antecedieron y el sentido y contexto de cada una de esas luchas, sus sacrificios, etc.–. 

Pero no se trata de sermonear o ponerse de auto suficiente y mostrar una supuesta superioridad moral e intelectual como hacen aquellos que critico y que pienso que no les vendría mal leer este libro, solamente la invitación a leer una magnífica novela, que entretejida con la trama de la misma tiene mucha información valiosa sobre movimientos sociales de México que vale la pena considerar antes de rechazarlos por ignorancia, ya sea desconocimiento o por mala fe. 

sábado, 6 de agosto de 2016

El jueves en la noche, en la inauguración de la exposición de Violeta, conocí a la madre de D- (de quién hable sin decir mucho de él acá ni explicar públicamente el por qué de esa reflexión)... me sorprendió su personalidad fuerte y serena, quizás un poco impositiva pero no agresiva... revivió viejos recuerdos, buenos y malos por igual... 

En fin me recordó mucho a su hijo, eso y el auto retrato de mi tío Toto, que le regaló a mi madre –y que ella puso detrás de mi escritorio y que me vigila cuando trabajo–, me recordaron una lección muy importante para mi. 

Creo que debería retomar la fotografía, al menos de manera terapéutica. 

jueves, 14 de julio de 2016

Anoche buscaba una fotografía de una amiga, que nunca imprimí, sólo hice una tira de contactos. 

Ahora que volví a ver las fotografías que había marcado como candidatas para ampliar en realidad sólo me gustaron tres de ellas, y en todo caso las digitalizaré y se las mandaré. 

Pero lo importante, o lo que me impulsó a escribir esto, es que mientras pasaba por mis distintas carpetas de archivo y de otras tiras de contacto, me di cuenta del gusto que me da encontrar las fotos que hice de seres queridos, y aún cuando han pasado años de eso, aún recuerdo cuándo y cómo las tomé y se me alegra el corazón de ver a tantos seres queridos. 

Claro, también están las fotos de otros seres que fueron muy queridos y ahora me son indiferentes o tal vez me causen cierta aversión, pues en mi caso es un problema porque me obsesionaba tomando fotografías a mis parejas, pues todas ellas eran fotogénicas (escribí de eso acá y acá también). Pero en el fondo eso ya no importa tanto. 

Es bueno volver a las viejas fotos y recordar porque las hemos guardado y no las desechamos, como es bueno volver al blog, y recordar por qué, aunque medio abandonado, no lo he borrado, y no creo hacerlo. 

Saludazos a todos. 

viernes, 15 de enero de 2016

Una breve nota personal para comenzar el año

Me gustaba que a C- le gustaran mis fotos, y que las criticara sobre sus deficiencias y fallos cuando había que hacerlo, sin que ello significara un conflicto personal ni mucho menos. Y había veces en las que su honestidad brutal no me gustaba tanto pero eso sobre asuntos y por otras razones que no cabe explicar aquí. 

Una de mis fotos preferidas de todos los tiempos es justo esta, de ella revisando unas tiras de contacto mías. 
(La baja calidad de la foto de la foto en cuestión es a propósito)

Pensando en ello un poco, y una breve conversación con amigos queridos que vinieron de visita (Don Joserrito y Ana) me anima a retomar la fotografía, y a retomar este blog que he abandonado un poco de mala manera. 


(Ana y José, agosto 2013, Acapulco, Gro. México)

En fin, hoy C- se vuelve una señora interesante de 30 años y eso es un poco raro, pero creo que eso está también muy bien. 

Feliz año a todos.