lunes, 25 de julio de 2022

 "Yo tengo dos lavadoras". 

La frase es parte de una anécdota que, de acuerdo con los tiempos que corren de deconstrucción y corrección política, no vale la pena contar o recuperar, pues la dijo un adolescente de unos 13 o 14 años que se defendía de sus coetáneos en un recreo de la secundaria. 

Últimamente he pensado en la infinidad de variantes que me he ido encontrando a lo largo de la vida adulta, pero no tanto como mecanismos de defensa, o más bien sí, pero no para después del hecho, sino como ataques preventivos que utilizan muchas personas que no toleran la crítica, que no aceptan sus errores, que señalan la hipocresía y la incongruencia de otros pero no admiten que uno les señale las suyas, gente cobarde que se esconde detrás de exabruptos y "argumentaciones" con manotazos en la mesa y exigen las "pruebas" que han procurado borrar. 

En fin, gente pinche que están más acomplejada de lo que esta dispuesta a admitir, o peor aún, que se da cuenta de ello, mientras psicoanalizan a los demás. 

Quizás algún día escriba algo más formal/formalista al respecto, una vez que decida en que rubro de estrategias y argumentos falaces se ubican.